Comparativa entre el Carton Cs600 y el Taka FS-60
Con motivo del
reciente 40º aniversario de mi primer telescopio Carton, Series 600
(en adelante CS600), me planteé darle una nueva oportunidad para la
observación y aprovechar para realizar una pequeña comparativa con
su “compatriota” Takahashi FS60. El CS600 es un telescopio
refractor básico, doblete acromático de 60mm de abertura y 900mm de
focal, es decir, un tubo clásico a f15, relación focal muy habitual
en la época, cuando todavía no se habían popularizado los vidrios
exóticos de baja dispersión y el control de la aberración
cromática sólo podía realizarse con focales que ahora nos parecen
extremadamente largas. El formato de sus accesorios (oculares y
diagonal) es de 0,965” o, como se conocen en la afición,
“accesorios de pulgada”.
La marca Carton
no era especialmente conocida en la época de la compra, pero
fabricaba con buenos estándares de calidad y competía con las
conocidas, también japonesas, Mizar, Alstar y otras similares en el
rango medio de precios. La marca existe todavía y está dedicada a
otro tipo de instrumentos ópticos, sobre todo binoculares.
A pesar de sus
evidentes limitaciones, puedo atestiguar es que la óptica de este
tubo no sufre de diafragmado interno, como otros modelos que
circulaban en los años 80 en el mercado, por supuesto, mucho más
económicos. Las lentes están impolutas, sin hongos ni manchas,
después del tiempo transcurrido y el uso que han sufrido. No se
aprecia sobre las mismas, a simple vista, ningún recubrimiento
óptico coloreado (coating), como ahora es habitual en las
ópticas dedicadas a astronomía.
La montura es la
típica altazimutal, metálica y con trípode de madera. El uso de
plásticos en estos años era muy residual y se limita a los mandos
del enfocador y las tapas del telescopio y buscador. La montura
dispone de movimientos finos, pero sin las manillas flexibles que
montaban otros equipos, lo que lo hacía un poco más complicado de
mover y apuntar, justo debido a su larga focal.
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Carton CS600 |
El CS600 fue mi
primer telescopio, adquirido con mucho esfuerzo en junio de 1983 y,
con la fuerza que da la juventud, me aventuré a realizar un estudio
de la Luna (uno de los escasos objetos accesibles desde las grandes
ciudades) y presentarme al primer concurso de la revista Tribuna de
Astronomía (ahora renombrada simplemente como Astronomía). Recibí
un accésit a dicho premio y el estudio fue publicado en 1991 por la
desaparecida Editorial Sirius con el título “La Luna: selenografía
para telescopios de aficionado”.
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La Luna: Selenografía para telescopios de aficionados Julio César Monge Sirius/1991 |
Este telescopio
tiene un fuerte contenido sentimental para mí, no sólo por haber
sido el primer instrumento serio con el que pude aproximarme al
fascinante mundo de la astronomía, sino además porque, pasados los
años, ya se ha convertido en un instrumento vintage y no
tiene sentido desprenderse de una pequeña joya como esta. Dados los
avances que ha tenido la tecnología en la astronomía para
aficionados en todos estos años, este pequeño telescopio ya ha
quedado muy desfasado y, en estos tiempos, se orienta únicamente
para coleccionistas o nostálgicos.
Como comentaba al
principio, llegada la fecha de su cuadragésimo cumpleaños, tenía
que rendirle un pequeño homenaje y sacarle a captar luz. Se me
ocurrió que sería buena idea ponerlo al lado de otro pequeño
japonés, comprado muchos años después (2006): Takahashi FS60C-CSV,
con objetivo doblete de fluorita y 355mm de focal, lo que proporciona
una f5,9. Años después, Takahashi ofreció un extender,
denominado CQ, de 1,7X; montado sobre un tubo intermedio, que lleva
la focal a f10 y ya orienta este pequeño telescopio hacia un
instrumento de observación planetaria, con una arquitectura muy
modular que sigue permitiendo su uso como telescopio de campo amplio.
Con el extender CQ, me parecía que podía intentarse una
comparativa, aun contando con las diferencias todavía existentes en
relaciones focales: f10 versus f15.
Monté ambos
telescopios sobre mi montura SkyWatcher EQ6 y mediante una placa
doble de Geoptik, que me prestó mi amigo Pedro Peña, pude disponer
de ambos telescopios apuntando en paralelo. Para tener vistas
similares en ambos equipos (salvando la luminosidad derivada de las
diferentes relaciones focales), usé dos juegos de oculares: los
Zeiss ortoscópicos ZAO-II de 4mm y 6mm, que rinden justo 150X en el
FS60 y en el CS600, respectivamente. La otra combinación que usé,
manteniendo mismos aumentos en ambos equipos (aprox. 70X), fueron los
oculares Explore Scientific 8,8mm de 82º de AFOV en el FS60 y
TeleVue Nagler 13mm, también con 82º de AFOV, para el CS600. Para
poder montar oculares de 1,25” tuve que usar un prisma diagonal de
Baader que permite intercambiar la nariz de conexión al telescopio
por otra de 0,965”. En el FS60, no hay problema para el uso de
diagonales modernos, tanto de 1,25” como de 2”. En esta ocasión,
para este equipo, monté una diagonal de espejo dieléctrico de la
marca Stellarvue.
Preparado todo el
montaje, me dispuse para la observación. Dada la pequeña abertura
de ambos equipos, los objetos a observar serían, fundamentalmente,
estrellas dobles. No soy aficionado a esta especialidad y observo
dobles sólo ocasionalmente, por lo que pido disculpas por anticipado
por mi falta de rigor en las observaciones. En este momento, el
objetivo era comparar equipos y darle una nueva oportunidad a un
telescopio muy veterano que llevaba guardado varias décadas, sin más
pretensiones.
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Detalle del acople del Prisma Diagonal de Baader Sobre el carro de enfoque original de 0,96" |
El entorno en que
realizo las observaciones se encuentra a 80 kms de Madrid y es
realmente mediocre, con cientos de farolas con bombillas de LED
blancos, que han hecho caer la calidad del cielo mucho más de lo que
la luz de Madrid ya conseguía estropear. Esta lacra de la luz LED es
algo a combatir y con lo que los aficionados a la astronomía nos
sentimos desprotegidos. La calidad del cielo decae a pasos
agigantados con esta tecnología de iluminación y poco podemos hacer
a nivel individual.
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Detalle del montaje ecuatorial sobre Eq-6 con la doble platina Geoptik |
Voy con la
observación: comencé apuntando a varias dobles bien separadas, si
bien había consultado previamente el poder de resolución de ambos
telescopios. Como comento, no soy doblista, pero, entre los
indicadores más utilizados por ellos, se encuentran el límite de
resolución de Abbè, el criterio de resolución de Rayleigh o bien
el indicador de Sparrow. Calculando el propuesto por Rayleigh, aunque
antiguo y afectado por las circunstancias del cielo y el observador,
pude comprobar que el límite de separación para la abertura de 60mm
es de 2,33” (segundos de arco). Por tanto, me mantendría por
encima de ese límite y buscaría la forma de forzar lo posible
alrededor de ese valor, que no deja de ser algo teórico, como digo
afectado por la experiencia del propio observador y por las
condiciones del seeing de cada cielo en concreto.
Para empezar,
elegí una doble bien separada, como es zeta Lyrae (Struve 138), con
una clara diferencia de brillo entre la estrella principal y la
compañera. Aunque se trata de una triple espectroscópica, a
nuestros efectos es una binaria separada por nada menos que 44”.
Por tanto, no es ningún problema separarla para estos instrumentos.
Observo un tono amarillento en la estrella principal con el CS600 y
una tonalidad más neutra con el FS60. Por lo demás, imágenes muy
similares.
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Otra vista del doble montaje ecuatorial, donde es posible apreciar la gran diferencia de focales entre ambos tubos
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Continué con la
famosa “doble-doble” de Lyra, ya que se encontraba muy cercana,
aunque sus componentes ya iban a presentar más dificultad, pues
rondan los límites de los instrumentos utilizados. Se trata de
épsilon Lyrae (Struve 137). Las separaciones son muy similares para
épsilon 1, siendo de 2,3” y de 2,4” para épsilon 2. Aquí
comencé a percibir la diferencia de rendimiento de ambos equipos:
con el FS60 se conseguían desdoblar las componentes de cada binaria,
con cierta dificultad en épsilon 2, pero con el CS600 no conseguí
desdoblar esta última, aunque percibí bien la forma elongada del
sistema.
Después me moví
a la bien separada Mizar (junto con Alcor es zeta Ursae Majoris o
Struve 1744), más que nada buscando algún color en alguna de sus
componentes, pero no pude apreciar nada más que un tinte algo más
cálido en el CS600 con respecto al FS60. En efecto, Mizar es una
pareja visual (en realidad es un sistema cuádruple) de color blanco
prácticamente puro. La separación (15”) es más que suficiente
para que ambos instrumentos la resuelvan sin dificultad.
Pasé a observar
a la que había seleccionado como el reto para estos telescopios:
Izar (épsilon Boötis o Struve 1877). La separación es de 2,9” y
teóricamente debería poder resolverse con la abertura de 60mm, pero
mi sorpresa fue que me costó muchísimo trabajo detectar la estrella
compañera con el CS600, mientras que fue realmente fácil con el
FS60. El problema es que la estrella compañera, mucho más débil
que la principal, se situaba sobre el primer anillo de Airy y ello
hacía complicada su detección. Con el FS60 sólo fue cuestión de
unos segundos, pero con el CS600, el anillo era mucho más brillante
e irregular y tuve que emplearme más tiempo para detectarla. Sin ser
experto en óptica, creo que aquí se pone de manifiesto la
diferencia entre una óptica acromática de los años 80 y un doble
apocromático de fluorita. La calidad óptica jugó un importante
papel en esta binaria. Por cierto, los colores amarillento y azulado
de sus componentes son magníficos. Creo que es una de las dobles más
estéticas y brillantes del cielo norte.
El resto de la
sesión, me dediqué a observar objetos de cielo profundo muy
conocidos, como el cúmulo globular M13 en Hércules, el cúmulo
abierto M11 en Scutum, la nebulosa M17 y el globular M22 en
Sagittarius, la galaxia de Andrómeda (M31), el doble cúmulo de
Perseo y, para finalizar, estuve echando un vistazo a Saturno. Para
no hacer esta crónica más larga de lo que ya es, no comentaré cada
objeto en concreto, pero sí indicaré que se hacía muy patente la
diferencia de luminosidad entre ambos telescopios, que puedo achacar a su diferente calidad óptica, posiblemente a la transmisión global de los dobletes ópticos y a los recubrimientos (coatings) más modernos del FS60, dado que aumentos y pupilas de salida fueron idénticas en la comparativa y la abertura también lo era. El FS60 entregaba
objetos sensiblemente más luminosos, diferencia muy apreciable en
los cúmulos globulares, donde el gradiente de brillos de las
estrellas es muy notable. En Saturno también era muy apreciable la
mayor saturación de color del planeta en el FS60 sobre el CS600,
lógicamente por las diferencia de calidad óptica comentada anteriormente. No obstante,
ambos telescopios daban imágenes bien contrastadas para el planeta,
con una aberración cromática apreciable pero no intrusiva en el
CS600 y casi inexistente en el FS60 (recordemos que estaba montado el
extender CQ de 1,7X).
En resumen, creo
que, si bien la tecnología óptica del CS600 ha sido ya más que
superada por cualquier telescopio acromático de la misma abertura
fabricado en nuestros días, todavía puede ser un instrumento
perfectamente utilizable y del que se puede disfrutar, tanto como yo
lo hice con la Luna en su momento. El uso dependerá de los intereses
y las pretensiones de cada aficionado. No tengo duda de que, en
general, la óptica que se fabricaba en Japón en los años 70 y 80
tenía una calidad cuidada, por más que ahora podamos hacer la
analogía negativa con algunos instrumentos de baja calidad, casi de
juguete, fabricados en China. Creo que estos fabricantes de calidad
media en Japón se tomaban sus productos muy en serio, como lo sigue
haciendo actualmente Takahashi y no digamos las marcas “top” como
fueron en su día Unitron o Vixen, que ofrecían realmente magníficas
calidades para quienes pudieran pagar sus precios.
Aunque no soy un
nostálgico de este tipo de telescopios vintage, tengo que
decir que he disfrutado mucho con esta comparativa y que el CS600,
con toda seguridad, se quedará conmigo hasta el fin de mis días y
procuraré darle más oportunidades de observación en el futuro. La
Luna será el objeto a revisitar en el próximo aniversario 😉
J.C.M.